viernes, 7 de octubre de 2011

Cerraron sus ojos,
que aun tenía abiertos;
taparon su cara
con un blanco lienzo,
y unos sollozando,
otros en silencio,
de la triste alcoba
todos se salieron.

La luz, que en un vaso
ardía en el suelo,
al muro arrojaba
la sombra del lecho,
y entre aquella sombra
veíase a intérvalos
dibujarse rígida
la forma del cuerpo.

Despertaba el día
y a su albor primero,
con sus mil ruidos
despertaba el pueblo.
Ante aquel contraste
de vida y misterios,
de luz y tinieblas,
medité un momento:
¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!

De la casa, en hombros,
lleváronla al templo,
y en una capilla
dejaron el féretro.
Allí rodearon
sus pálidos restos
de amarillas velas
y de paños negros.

Al dar de las ánimas
el toque postrero,
acabó una vieja
sus últimos rezos;
cruzó la ancha nave,
las puertas gimieron
y el santo recinto
quedose deserto.

De un reloj se oía
compasado el péndulo,
y de algunos cirios
el chisporroteo.
Tan medroso y triste,
tan oscuro y yerto
todo se encontraba...
que pensé un momento:
¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!

De la alta campana
la lengua de hierro
le dio volteando
su adiós lastimero.
El luto en las ropas
amigos y deudos
cruzaron en fila
formando el cortejo.

Del último asilo,
oscuro y estrecho,
abrió la piqueta
el nicho a un extremo.
Allí la acostaron,
tapáronle luego,
y con un saludo
despidiose el duelo.

La piqueta al hombro,
el sepulturero,
cantando entre dientes,
se perdió a lo lejos.
La noche se entraba,
reinaba el silencio;
perdido en las sombras,
medité un momento:
¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!

En las largas noches
del helado invierno,
cuando las maderas
crujir hace el viento
y azota los vidrios
el fuerte aguacero
Allí cae la lluvia
con un son eterno;
allí la combate
el soplo del cierzo,
del húmedo muro
tendida en el hueco,
¡acaso de frío
se hielan sus huesos!...

¿Vuelve el polvo al polvo?
¿Vuela el alma al cielo?
¿Todo es vil materia,
podredumbre y cieno?
¡No sé; pero hay algo
que explicar no puedo,
que al par nos infunde
repugnancia y duelo,
al dejar tan tristes,
tan solos los muertos!

Gustavo Adolfo Bécquer

3 comentarios:

  1. Jose que Honor que tu padre haya vivido tantos años,todavia me acuerdo cuando hiba con mi padre de pequeña a tu casa y el nos atendia en su improvisada oficina verdad?? por cierto a que ibamos supongo que seria para algo de la luz o el seguro jajjaja saludos..

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  2. Navegando por la red, he visto tu blog, no sabia quien eras ,pero al ver la foto del señor Antolin Escudero, tu padre que ha fallecido recientemente, te dire que en el 2005 ó 2006, en el verano un día que subí a tu pueblo estaban el y tu madre sentaditos en la puerta, estuve saludandolos y charlando un poco con ellos, posteriormente vi una foto de tu padre cuando estaba en la residencia en Salamanca que le hicieron una fiesta al cumplir los 100 años, te dire que era primo hermano de mi abuela Encarna hija de Pedro Paniagua Escudero hijo este a su vez de Teofila Escudero, tengo muy buenos recuerdos de cuando subia de niño con mi padre a piornal y siempre visitavamos la casa de tus padres, que nos acogian siempre con muchas atenciones y estupendamente...

    Un saludo

    Juan

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  3. Gracias Juan, la verdad se un poco de las relaciones y familia que había en el barrado lo que si me acuesrdo o creo que era ella de Teofila que visitaba nuestra casa, y de algun estudiante cuando daba clases Don Miguel, que estaban en casa. un saludo

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